Katy Perry empodera a niña mexicana: “Dilo bien fuerte y con orgullo”

Katy Perry sube a una niña mexicana a su concierto, la anima a decir con orgullo "¡Soy de México!" y el momento se convierte en símbolo de empoderamiento cultural.

Adolfo Flores ·  18 DE JULIO DE 2025
Katy Perry y una pequeña mexicana en escena, durante el emotivo momento en que la cantante la anima a decir fuerte su origen cultural.

En un emotivo momento durante su concierto en el Kia Forum de Inglewood, California, la estrella pop Katy Perry ayudó a una niña mexicana a decir con confianza su lugar de origen frente a miles de espectadores.

La pequeña había subido al escenario, tímida, cuando Perry le preguntó: “¿De dónde eres?”. Al escuchar un susurro titubeante, la cantante intervino: “No, no, no. Dilo bien fuerte y orgullosa”. Tras una pausa, la niña proclamó con voz firme: “¡De México!”, provocando una ovación del público. Perry respondió con ternura: “Justo así, ¡bien dicho!”.

Este acto generó un impacto inmediato, despertando orgullo entre los latinos presentes y resonando con un sentimiento de pertenencia. Se alinea con otras ocasiones en las que Perry ha alzado la voz a favor de la comunidad latina, como su reciente defensa de inmigrantes en Los Ángeles .

Katy Perry, actualmente en su gira The Lifetimes Tour, ha utilizado su plataforma no solo para entretener, sino también para enviar un mensaje de inclusión y orgullo cultural. La interacción con la niña se suma a un historial de gestos empáticos hacia sus seguidores latinos, que han encontrado en ella una voz afirmativa frente a la discriminación y el miedo.

El emotivo gesto de Katy Perry no solo fue un momento tierno entre una estrella y su joven fan, sino un acto profundamente simbólico en un contexto social marcado por la intolerancia. En tiempos en que el presidente Donald Trump ha reactivado su retórica antiinmigrante —prometiendo redadas masivas, deportaciones inmediatas y calificando a millones de migrantes como “criminales”—, que una niña tenga miedo de decir “soy de México” en público no es casualidad, sino consecuencia directa de una narrativa de odio.

Frente a esa hostilidad institucional, momentos como el protagonizado por Perry se vuelven necesarios: recordatorios de que la dignidad no debe negociarse y de que la identidad cultural es motivo de orgullo, no de vergüenza. La infancia no debería cargar con el miedo político de los adultos, y mucho menos en un país que se enorgullece de ser cuna de libertades. Si Trump planea más redadas, más muros y más estigmas, actos como el de Katy nos recuerdan que la resistencia también puede venir en forma de una niña que dice en voz alta: “¡Soy de México!”.

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