No todos bailamos igual… y eso también es inclusión

Julio es el Mes de Concientización sobre el TDA. Esta columna reflexiona sobre la verdadera inclusión en casa y en el trabajo, desde la experiencia de una madre y profesional de RH.

Ana Martínez Ponce ·  03 DE JULIO DE 2025
La inclusión no es solo invitar a todos a la mesa, es permitir que cada persona se exprese, trabaje y brille a su manera. Especialmente quienes viven con TDA.

Mi hijo no puede quedarse quieto mucho tiempo. A veces habla sin filtro, cambia de tema como si su mente saltara de estrella en estrella. Y aunque algunos lo ven como un “problema”, yo aprendí a verlo como un mundo entero en movimiento.

Mi hijo tiene TDA. Y gracias a él, hoy entiendo de inclusión más que nunca.

Julio es el Mes de la Concientización del Trastorno por Déficit de Atención (TDA). Pero más allá de la fecha, para mí es personal. Como madre y como profesional de Recursos Humanos, vivo todos los días entre dos mundos: el de la empresa que busca talento y resultados, y el de un niño brillante que no encaja en moldes.

Y entonces me pregunto:
¿Estamos preparados para aceptar la diferencia… o solo para tolerarla mientras no incomode?

???? ¿Qué es inclusión, de verdad?
Muchos creen que una empresa inclusiva es la que contrata mujeres, personas LGBT+ o alguien con una discapacidad visible. Pero eso es solo el principio. La verdadera inclusión ocurre cuando no hay que disfrazarse para encajar. Cuando puedes ser tú, con tus fortalezas y tus formas únicas, y aún así tener un lugar en la mesa.

La inclusión no es que te inviten a la fiesta… es que te dejen bailar como quieras. Y si te cansas de bailar, que haya una sillita donde puedas sentarte sin que nadie te diga: «¿qué te pasa?», “¡échale ganas!”, o “¿por qué no haces lo mismo que los demás?”.

En el trabajo, muchas veces creemos que ser «inclusivos» es solo contratar gente diferente. Pero ser verdaderamente inclusivos es aceptar que no todos necesitamos lo mismo para brillar.

???? ¿Y qué tiene que ver esto con el TDA?
Muchísimo. Las personas con TDA (niños, adultos, colaboradores, líderes) pueden tener dificultades para concentrarse, para seguir rutinas rígidas o incluso para controlar impulsos. Pero también pueden ser personas súper creativas, sensibles, espontáneas, excelentes resolviendo problemas bajo presión, y con una energía que en el entorno adecuado… despega.

Pero si el trabajo espera que todos sean igualitos —ordenados, callados, metódicos, sin pausas—, ahí es donde excluye sin darse cuenta.

???? ¿Cómo sería una empresa realmente inclusiva?
Imagina una comida familiar: En vez de solo cocinar carne, hay opciones vegetarianas. No todos se sientan a la misma hora, pero cada quien encuentra su lugar. Nadie critica a quién solo quiere postre. Y si alguien necesita usar audífonos porque le molesta el ruido, nadie lo juzga. Eso es inclusión: no obligar a todos a comer lo mismo, sino asegurarte de que todos se sientan cómodos, valorados y parte del momento.

???? ¿Qué podemos hacer desde nuestro lugar?
Inclusión no es tarea exclusiva del jefe, del área de RH o de los de arriba. También es de quienes estamos en el día a día. Aquí algunas ideas:

Deja de asumir que alguien que “no se concentra” es flojo.
Si alguien parece desorganizado, en lugar de criticar, pregunta: “¿cómo te puedo apoyar?”.
Celebra formas distintas de trabajar. Lo que para uno es caótico, para otro es su método.

Como madre, he aprendido que lo que más necesita alguien con TDA no es “corrección”, sino comprensión y espacios donde ser uno mismo no sea un problema. Como profesional de RH, creo que las empresas tienen que dejar de hablar de inclusión como si fuera un post bonito… y empezar a vivirla todos los días.

Este julio, ojalá empecemos a mirar con más empatía. Porque al final, la verdadera inclusión no se nota en el logo con colores… se nota en cómo haces sentir a las personas, tal como son.

Es una forma de mirar a los demás, y decidir, todos los días, que nadie se quede fuera de la mesa solo por ser distinto.

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